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O ERE ciedad Protectora de Indígenas: la suerte del araucano en vuestras limosnas y abnegación se apoya. La Sociedad Evangélica formada por no- bles señoras y señoritas en la cuna misma del apostolado capuchino, en 1849, estuvo siempre a nuestro lado, y vosotras sois hoy las continuado ras deaquella noble porción de la sociedad san- tiaguina, y estaréis siempre a nuestro lado en nuestras excursiones evangélicas. Una luz débil alumbra poco: la luz de vuestra fe no es débil sino viva y penetrante: alcanza hasta la Arauca- nía, y ahuyenta del corazón del indio las tinie- blas del paganismo. Grande será también vuestra recompensa: el Señor dijo: «El que recibe al apóstol, recibirá premio de apóstol». Vosotros, todos los que nos ayudáis con vuestro óbolo generoso en la grande y patriótica obra de la civilización y cristianiza- ción del araucano, ayudáis al Misionero, y recibi- réis el premio mismo del Misionero entre los po- bres araucanos. JORNADA
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