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— 69 — nado con el más completo fracaso. La obra de los misioneros Capuchinos ha podido progresar y prosperar y alcanzar sólidos resultados, gracias al auxilio divino en primer lugar, y en lugar segundo, a su celo y constancia y a las genero- sas donaciones de la Sociedad Protectora de in- dígenas. Esto es pues lo que se ha hecho. ¿Qué es lo que queda por hacer?... Queda un trabajo inmenso: más grande que nunca. Hemos bautizado en los últimos 25 años, como ya os dije, unos 51.000 indígenas; entre ellos, muchos miles son hijos de padres paganos. Según las leyes de la Iglesia, se pueden bautizar tales niños solamente cuando está asegurada su educación cristiana. Hemos, pues, contraído ante Dios y ante la Iglesia el sagrado deber de una educación sólida y buena para estos niños. Para este fin levantamos, con grandes sacrificios, nues- tras escuelas e internados, quitándonos a veces el pan de la boca para darlo a nuestros pequeños asilados. Pudimos realizar todos estos trabajos con los fondos que anualmente se recibían de la católica Baviera, con las pequeñas subvenciones del Go- bierno de Chile, y con las generosas limosnas de la Sociedad Protectora de indígenas. La primera fuente se secó ya: de Alemania, caída en una an- gustiosa postración económica, no podremos es- perar nada por mucho tiempo. La segunda fuen- te principia ya a secarse: el Ministerio de: Ins- trucción Pública nos ha quitado este año todas
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