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-- 68 — oficial, lecciones prácticas de agricultura, horti- cultura, apicultura; y aprenden los oficios de carpintería, herrería, zapatería y sastrería. Las niñas aprenden los trabajos propios de su sexo. Costeamos además 34 escuelas para niños exter- nos, con dos mil alumnos indígenas y algunos po- bres chilenos: pues procuramos siempre educarlos juntos para acostumbrar a los indígenas al trato con los otros y al habla castellana. De los 100,000 indios paganos del año 1849, quedan hoy día sólo 10,000. En los últimos veinte y cinco años solamente, hemos bautizado como 51,000 indígenas, entre ellos varios miles de mapuches ya adultos. Las dificultades en establecer nuevas Misiones, en levantar escuelas e internados, y en sostenerlos, han sido muy grandes, a veces abru- madoras. Podemos decir sin exagerar: una em- presa meramente humana que hubiera tenido que luchar con tantas y tan graves dificultades, tomando en consideración la idiosincrasia del araucano, su gran apego a la más completa inde- pendencia, su recelo al contacto con los blancos, la falta de apoyo por parte del Gobierno, la esca- sez de medios pecuniarios, el ejemplo corruptor del mal cristiano, europeo o chileno, que a veces trabaja, y trabaja directamente, contra la obra constructora del misionero, en el cual ve el natu. ral protector del indígena contra sus bajas ex- plotaciones; digo, pues, una empresa merámente humana que hubiera tropezado con tantas y al parecer insuperables dificultades, habría termi-

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