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+ 00 de los indígenas adultos está hoy día muy cam. biada, y es favorable al Cristianismo. La causa es que sus hijos se educan en los colegios de los Mi- sioneros, y al volver a sus casas, cuentan a sus padres lo que han oído en la Misión, y que es cierto lo que los Misioneros enseñan. Entonces los viejos también lo creen, porque son sus hijos los que se lo dicen,y pierden la desconfianza pa- ra la palabra del Misionero. Y así lo comprobé, como me aseguró mi amigo del campo. Uno de los indígenas, hombre que posee bienes, me dijo en la misma ocasión: “Lo que Ud. me ha enseña- do, casi lo había oído todo de boca de mi hijo, que estuvo en el Colegio de los Padres”. Mucho, pues, se hace por la educación cristia que ESOS na de la juventud indígena. Pero esto no es sufi Weiente para que no recaigan pronto en las cos- timbres tan queridas. Si los indígenas han de renunciar a sus Billatu- nes, hay que proporcionarles, en compensación, algo equivalente: un acto solemne que les inspire la confianza de satisfacer a la Divinidad que rige la suerte de los mortales. Desde luego, hemos de pensar en la Misa. Al indígena le cuesta comprender que la Misa vale infinitamente más que todos los corderos que se matan en su Billatun. Cuando el Misionero dice misa en la choza del 'acique, o aunque sea en la casa de un campesi- no chileno, vecino de la reserva, por más que le exponga queel Señor, que es ofrecido bajo la for-

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