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27 — misiones, y, por fin, la obra que para honra de la Iglesia y timbre de gloria para nuestra Patria, realizan en Temuco las Hefmanas de la Providen- cia, nacidas en respetables hogares de la socie- dad chilena, y que se preocupan de la educación de los niños mapuches, de la formación de las fu- turas madres de la familia araucana, regeneradas por el trabajo y la virtud. Sólo la Religión de Cristo es capaz de realizar tales maravillas; sólo ella es capaz de enviar tales apóstoles: sólo ella, única depositaria de los dogmas más sociales, más fraternales, más hu- manitarios que se han proclamado sobre la tie- rra. El Episcopado chileno, señores, que ha tenido el oído atento a los clamores de la raza indígena, y deseado satisfacer los justísimos anhelos del Vicario de Cristo, Su Santidad Pío X, manifesta- das en la tierna y conmovedora Encíclica '“La- crimabili”, resolvió, no hace muchos años, em- prender una gran cruzada de redención de la glo- riosa raza. A la cabeza de la cruzada iniciada con el Congreso Araucanista de 1916, colocóse nues- tro nunca bien llorado Metropolitano, el Illmo. y Rvdmo. Sr. González Eyzaguirre, quien, en la tarde apacible de un día largo y fecundo, consa- grado por entero al amor de los pobres, quiso hacer llegar hasta las chozas araucanas rayos de consuelo y de esperanza. ¡Los ángeles del cielo esparzan hoy flores fres- cas sobre su tumba bendita!
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