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-4- en lo corporal como en lo espiritual, y durante los ochenta y cinco años de su existencia no vivió sino para trillar los senderos que conducen á la sobrenatural bienaventuranza. La ciudad de Caracas lo guardaba como pre– ciosa reliquia, y en su retiro de La Pastora, des– de donde ejercía él su ministerio de compasión y plegaria, se complacía en considerarle cual otro Moisés, con las manos suplicantes hacia el cielo para implorar bendiciones sobre ella. Hoy llora su eterna ausencia, que la sobreco– gió con el .asombro de un suceso inesperado, pues, como los primeros cristianos respecto del discípulo predilecto, imaginábase que el bonda– doso anciano «no moriría»; ilusión todavía más robustecida por la viril arrogancia con que él llevaba el peso de su avanzada senectud. Ese duelo público que su muerte produjo fue el cla– mor espontáneo de las almas ante el espec– táculo de una pérdida irreparable, y el mejor panegírico que sobre el sepulcro de un hombre puede pronunciarse. ¿ Qué otro elogio, que no sea pálido, serán capaces de proferir los humanos labios? ¿ Cómo logrará una tosca pluma trazar rasgos fnás paté– ticos, ó siquiera expresar con alguna exactitud la alta significación moral que ese póstumo ho– menaje encierra? Por eso nosotros nos limitaremos á consignar aquí los hechos relativos á la vida del Reve– rendo Padre FRAY ÜLEGARIO DE BARCELONA, para que sirvan como de memorial perdurable