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-12- excelentes operarios ; y á poco buen número de ellos hubo de abandonar el país, á causa de los inconvenientes que para la observancia de su Re– gla les produjo la dispersión á que se les some– tiera y la forma, desacorde con el espíritu de su Instituto, en que se dio empleo á su ministerio, fuera de otros motivos particulares que á algunos obligaron á dejar nuestro territorio. Pero los que, á pesar de tales trastornos, per– manecieron en este suelo, se consagraron con tanta abnegación al servicio de las almas, se es– forzaron con tan cumplido éxito en las tareas del apostolado, que sus nombres fulguran magní– ficamente en los fastos de nuestras ciudades y pueblos, y su recuerdo perdurará entre las ben– diciones y alabanzas de la posteridad. ¿ Cuándo olvidará Maiquetía, por ejemplo, á Fray Gaspar de los Arcos, el constructor de su iglesia y casa parroquial, y Antímano á Fray Manuel María de Aguilar, que le hizo el mismo insigne beneficio, y Petare á Fray José de Ma– rauri cuya caridad prodigiosa tuvo allí su teatro por luengos años, y Cantaura á Fray Nicolás de Odena, que la llamó á la vida civilizada é irradió los fulgores de su virtud, durante más de medio siglo, por todos los confines de la región barcelo– nesa? En la construcción de la iglesia parroquial de Candelaria, de Caracas, trabajó el Padre Es– teban de Barcelona, y el Padre Simeón de Villa– franca rehizo la de San Francisco de Valencia, que había derribado el terremoto de 1812. La fama de orador de Fray Arcángel de Tarragona

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