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zQuién podra dejar de amar al que tomé sobre si nuestros males para darnos sus _bienes? Considera por tanto, que cuando Jesucristo ha en- trado en tu pecho, estaba hablando 4 tu corazon y le decia. ; Ah! Mira como te amado, pues por salvarte bajé del cielo, me hice hombre, padect muerte afrentosa, y completé la obra de tu redeneion, quedandome aqut contigo. ;Qué! No me amards té, cuando yo te amo tanto? 2 Me olvidards ta, cwando me quise quedar 4 tu lado, para que me tuvieses siempre presente? ;Ah! {Quién no llora el olvido easi general de los hombres y la indiferencia con que miran 4 su divino Reden- dentor? ;Quién no espira de dolor al verlo menospre- ciado? Ama tit por tanto, alma mia, redimida por la sangre de Cristo: ama 4 quien tanto te ha amado, y vive siempre extatica mirando de hito en hito al que siempre se recrea en la belleza de las almas, que ha Sea Kot imagen y santificado con su gracia. O Jesus mio, no quiero tener mas pensamiento que vuestra pasion, en la cual veo el heroismo avues re amor, y antes que dejar de amaros, deseo padecer todos los tormentos, y perder mi vida. os MAXIMA. No es po ible elevarse 41a contemplacion de las grant eas oe Dios, sin descender primero 4 la con- sideracion de nuestra propia nada. Con ser Dios tan excelso, Ilegan 4 unirse con 61 los hombres: | quiénes? Bale ton que son verdaderamente humildes de corazon. ;

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