BCCPAM000342-8-20000000000000

lacer de recrearnos en él. Mas, jqué recreo queria Senet: procurar 4 nuestros corazones? jAh! El que resulta de la persuasion de la correspondencia miitua de dos almas que se aman, pues ninguna de ellas es a en amar, no encontrando su dicha sino en ser amada por el objeto de su carifio: y era esto lo que Jesucristo nos manifestaba cuando se nos did at Eucaristia, pues en ella nos descubre no solo un amor gratuito como es el suyo, pues nosotros no /merecemos, sino uno que por su naturaleza es in- nito, y por el modo de manifestérsenos parece que pasa 4 ser herdico en su misma infinidad. jQuién se acercara 4 la Eucaristia sin ver palpa- ble e! esceso de este amor? Recuérdase en ella la pasioa de Jesucristo, y por consiguiente lo contem- plamos entregado por un discipulo aleve & sus ene- migos por medio de un désculo cruel: lo vemos abo- feteado, azotado, coronado de espinas, abrevado de hiel y vinagre, maldecido de los hombres, abandona- do del cielo, muerto en un madero, traspasado de una lanaadaa cubierto de oprobios, de escarnios y vitu- perios. Ni concluye aqui la representacion de lo R - sado; ee sabemos que nuestro amantisimo Re- dentor padece lo que debiéramos padecer nosotros: pues “la piedad es azotada en vez del impio, la sabi- f “duria es befada en vez del necio, la verdad muere en t ‘‘yez del mentiroso, la inocencia es exterminada en vez t “del reo y muere la vida para que viva el muerto.”” 1 | Al contemplar que la carne inocente de Jesus es ras- gada con los azotes, y que sus manos y pies son ho- radados por el hierro por efecto de nuestros pecados, - 1S. Agust. Serm. 41. de Pass.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz