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— siempre el mismo para Dios, es distinto para nosotros en cada uno de los instantes de nuestra vida, no transcurriendo uno solo que no sea un beneficio es- pecial del Criador. ;Qué encadenamiento tan admi- rable de favores hay ~ consiguiente en la vida na- tural que Dios nos ha dado! gCémo permanecerta nada si vos no lo quisieses, 6 Seftor, decia el sabio? gCémo se conservaria objeto alguno, si vos no lo llama- seis con vuestra voz regeneradora? 1 Considera, alma cristiana, la manera admirable con que Jesucristo conserva en tila vida espiritual que te did en la regeneracion, semejante al modo con que sostiene la vida natural. Para que salieses de las tinieblas de la culpa 4 la luz admirable de su gracia, fué necesario que el Hijo de Dios diese su vida en la cruz y se sacrificase todo entero: era este acto suficiente para dar la vida 4 todos los hombres, y basté en efecto 4 la redencion del mundo y 4 ha- cer perfectos 4 cuantos se santificarian en la sangre del cordero. Mas ;c6mo conservariamos nosotros es- ta vida de la gracia en todos los instantes de nuestra peregrinacion por el mundo, cuando por todas partes nos acometen los enemigos de nuestra alma? ;Ah! El amantisimo Jesus no se content6 con darnos en un solo acto de su infinita caridad la vida espiritual, mas determiné perpetuar el sacrificio en el cual la perenis, renovandolo misticamente miéntras haya ombres en la tierra, para que con su fuerza y vir- tud regeneradora, conserven estos aquel vigor y aquella lozania, que adquirieron en la primera gra- cia: asi es Jesucristo en la Eucaristia el Dios que 1 Sap. cap. 11. v. 26.

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