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one: gracia, pues exigié que su Hijo nos la mereciese ha- ciéndose hombre, y muriendo por nuestro amor en una cruz. — Viniéndonos pues de Dios todos los auxilios nece- sarios para hacer obras buenas, no ha transcurrido un solo momento desde que Jesucristo instituyé el sacrificio del altar hasta este en que lo has recibido en tu pecho, en el cual no haya orado 4 su Padre por cada uno de los que se han salvado, y no le haya hecho presente que con su pasion y muerte merecié la gracia para cada una de las buenas obras que cada hombre hiciere. ;Ah! Y si asi no fuera, jde dénde hubieras tii podido econservarte puro en medio de ua mundo corrompido?, ;De dénde hubieras reei- . bido luz para conocer que el camino por donde la vanidad y la concupiscencia te llevaban, te condu- cia al abismo eterno? Aviva tu fe, 6 alma cristiana, en este momento, y mira 4 este dulcisimo Hijo de Dios, que ha hecho de ti un altar, donde esta orando: miralo cémo levanta sus manos al cielo y habla 4 su Padre, haciéndole presente lo que padecié por ti, para que te conceda los auxilios, que nunca podrias merecer por tus propias fuerzas, y arrdéjate con pro- funda humildad & los pies de este Pontifice eterno, que vive siempre para interceder por nosotros. ' Considera por tanto, que tienes en tu corazon al Angel del testamento, al pacificador del mundo, al mebedar entre Dios y los hombres, al que es tu vir- tud, tu refugio, tu fortaleza, tu escudo, tus armas, tu victoria y tu corona. ;Qué pureza has de tener en tualma, qué calma en tu corazon, y con cuanta fe y 3 Hebr. cap. 7. v. 25.
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