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, . . ' — pecado: enténces dije: heme aqui que vengo para hacer, 6 Dios, tu voluntad. 1 ;O bondad, 6 caridad, 6 sabi- duria de Dios! Aun en medio de ser tan débiles é im- perfectos los sacrificios de la ley antigua, y de note- ner las victimas virtud alguna para borrar pecados, subia el olor de suavidad 4 la presencia divina cuan- do eran ofrecidos, porque eran por voluntad de Dios una sombra de este augusto sacrificio; y mostrébase este propicio 4 los hombres, si al ofrecerlos_estaban sus corazones animados con la fé en el Redentor que habia de venir. jCudnta no sera por tanto la suayidad del sacri- ficio de la nueva ley, siendo asi que su precio, méri- to y valor no dependen del ministro que lo ofrece, ni del alma ereyente que desea mostrar en suofreci- miento la fe que la anima, sino de la santidad infini- ta de Jesucristo? El sumo sacerdote del tiempo de la ley dela servidumbre entraba cada ailo en el taberndculo fabricado por mano del hombre; y aun- ee ungiese el altar de los perfumes con la sangre e las victimas, quedaba siempre en pié "el. pecado: mas Jesucristo entré una sola yez en. al tab culo ? no fabricado de manos humanas, * y ofreciendo un solo sacrificio por los pecados con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre & los ge ha santificado » Sin embargo, no obstante que el valor y la eficacia de este sacrificio dependen de Jesucristo, nunca se nos aplicaré 4 nosotros su virtud, si no acudimos al Se- fior con fe viva, y no procuramos conformarnos en los actos de adoracion con el designio que Dios se propuso cuando tuvo la dignacion de instituirlo. 1 Hebr. cap. 10. v. 5. 6. 7—? Hebr. cap. 9. v. 11.—# Ibid. cap. 10. v. 12. 14, »_y \,
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