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ies FF) ne sangre para perdonar el pecado, que tenia encendida la ira de Dios, jde dénde tomaria el linage humano la oblacion con que aplacase al Dios irritado y se conciliase su gracia? jAh! todo la humanidad junta no tiene bastante virtud para agradecer 4 Dios el beneficio inestimable que la hizo, cuando la dié el gran sacerdote Jesus, que tiene poder para dar su propia vida, y para to- marla de nuevo, ' y posee en si mismo cuanto es ne- cesario para llenar cumplidamente su cargo sacerdo- tal, siendo como es sacerdote, altar y victima. Mas qué sacerdote? Sacerdote santo, inocente, sin mancha, segregado de los pecadores, y ensalzado sobre los cie- los, * quien por salvarnos baj6 de los mismos cielos, y despues de haber ofrecido su sacrificio entré: en ellos de nuevo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros. * ;Qué victima? Victima, en la cual tan esencial es la vida como la santidad, y con todo qui- so revestirse de nuestra mortalidad, y endosar sobre sus espaldas todos nuestros pecados para que ni aun quedase memoria de ellos Seapibs que él muriese abrasado del fuego del amor que nos tiene, y estuvie- se descendiendo perennemente sobre nuestras cabe- zas el rocio de las bendiciones del cielo. - Considera pues, alma cristiana, que es lo que | por ti cuando recibes esta sagrada victima: apénas ha entrado Jesucristo en tu pecho, viene & ser este como uni altar, donde se deposita esta oblacion de salud eterna, para que suba al cielo el olor suavisimo en que tanto se complace el Padre de las misericordias. jAh! Aquel altar erigido por érden de Dios, * para 1 Joan. cap. 10. v.18.—* Heb. cap. 7. v. 26.—® Ibid. cap. 9. ¥. 24,—¢ Exod. cap. 25. v. 11.
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