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PUNTO SEGUNDO. Cuando Jesucristo instituy6 el sacramento de la Eucaristia, estaba rodeado de tales circunstancias, que 4 no ser Dios, hubiera desistido de esta obra ad- mirable de su infinita caridad. Porque es cierto que se hallaba sentado 4 la mesa con sus discipulos; mas, uno de ellos habia maquinado para entregarlo con alevosia en aquella misma noche, otro lo habia de negar pocas horas despues, avergonzdndose de confe- sarse por discipulo suyo, y todos los demas lo habian de abandonar. Entre tanto, al mismo tiempo que él realizaba este portento de su amor, no lejos del pa— rage donde él estaba, se hallaban congregados sus enemigos, y estaban disponiendo los medios de cap- turarlo, aprestando soldados, preparando armas, con- vocando satélites, y teniendo ya prontos, verdugos, latigos, clavos, martillos y cruz: y sin embargo, Je- sucristo lleva 4 efecto lo que tenia pensado hacer por amor del hombre, sin que lo haga desistir la traicion de Judas, ni lo perturbe la cobardia de los demas dis- cipulos, ni lo quebrante la conjuracion de sus ene- a © que entonces pasaba al rededor de Jesus, era la perspectiva de lo que habia de acaecer en el mun- do hasta su consumacion: pero, como —_ guardar con los hombres amistad, familiaridad y consorcio, no miré 4 nuestras obras sino 4 su amor, para insti- tuir la Eucaristia. Considera pues, alma mia, 4 tu amantisimo Jesus inmébil siempre junto 4 ti, para enriquecerte con su amor, sin que las muchas aguas de la ingratitud apaguen las llamas de su caridad, ni
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