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— 322 — manos suyos, renaciendo 4 la gracia y 4 la fe, né por voluntad de Ja carne, ni por voluntad del hombre, si- no por la virtud de Dios, 1 asi como no tiene madre en la generacion eterna, quiso carecer de padre en la temporal: y lo quiso asi, para significar que todos los miembros, de los cuales es él cabeza, habian de nacer de la Iglesia segun el espiritu, siendo esta siem- pre virgen incorrupta, * y para demostrar, que era él quien traia del seno del Padre todas las virtudes 4 la tierra, pero muy singularmente la virginidad, para radicarlas todas en los corazones humanos, que hasta entonces eran plantas dridas. Facil es comprender de cudnto valor sea ante los ojos de Dios la pureza, al saber que su Hijo no ha- _ bria tomado la naturaleza humana, si no hubiera exis- tido aquella virgen que agradé 4 Dios por la humil- dad, y lo concibié por su amor 4 la virginidad. Por- que, para que Maria fuese madre de Dios, fué preci- so n6 solo que ignorase la mas ligera mancha de la carne, sino que ni aun sintiese el mas minimo movi- miento de la concupiscencia, como aquella que por un privilegio singular y tnico fué preservada inmune del contagio universal de la culpa, y recibié de Dios desde el primer momento de su concepcion el don de la impecabilidad, siendo por todo el tiempo de su vi- da siempre virgen, y en todo y por tode virgen: virgen en la carne, virgen en la mente, virgen en el pensa- miento, virgen en el afecto, virgen siempre intacta y sin mancha. 3 Considera pues cudn inocente ha de ser el corazon, y cudn pura el alma, que se une tan intimamente en 3 Joan. cap. 1. v. 13. — * Div. Thom. in. 3. p. quest. 28. art. 1. in. respons.—’ Div. Thom. 4 Vill. concion. 1* de Annuntiat. ese iter

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