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— 319 — 4 su Padre por nosotros, y presentdndole sin ce- sar las llagas que recibié, para que contenga sus iras en su8 misericordias, y no nos extermine por nuestras iniquidades. Jesus esté lleno de mansedumbre en la Eucaristia, convidéndonos 4 todos 4 que cuanto antes entremos dentro de nuestros corazones, nos compun- jamos de haberle ofendido, y consigamos misericor- dia. ;Oh, cudntas veces habrian llovido rayos del cielo sobre la tierra, si Jesucristo no levantase sus manos al Padre desde la Eucaristia representandole sus padecimientos en el Calvario! ;Cudntas veces se habria abierto la tierra para tragarme por mis peca- dos sin nimero! Porque yo, en verdad, huia de Jesus, y Jesus me llamaba; yo le ofendia, y éloraba por mi & su Padre, para que no pereciese: y lo que hizo mil veces por mi, lo ha hecho otras tantas por todos los pecadores, y por eso el Padre Jes ha perdonado. jAh! Si mirésemos nosotros sin cesar al maestro divino que tenemos en la Eucaristia dandonos ejem- plos de mansedumbre, harfamos por reprimir todo movimiento de venganza contra nuestros hermanos. Cuando nuestro amor propio se resiente, porque no se nos ha mirado con la deferencia & que nos supone- mos acreedores, 6 creemos que no nos muestran afec- to, 6 sospechamos que intentan hacernos algun daiio, y el fuego de la ira se enciende en nuestro corazon, fijémos nuestra vista en la mansedumbre de Jesus. Si asi lo hiciésemos, nos diriamos estas palabras: jComo! ;Ta quieres vengarte, 6 cristiano, cuando Cristo no se ha vengado todavia? Enténces seguiria- mos con su graciael ejemplo de nuestro Redentor, y , perdonariamos 4 nuestros enemigos, asi como él nos perdona 4 nosotros cada dia. O clementisimo Jesus,
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