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— 317 — obstante que es el Dios, d cuya ira nadie puede re- sister. 1 . jAh! no pasa un solo dia, en el cual los hombres no se burlen del cielo, eructficando de nuevo en st mis- mos al Hijo de Dios, y esponiéndolo al escarnio, * y renovando en su misma presencia los improperios y las injurias, que sus enemigos le hicieron. Porque muchos van 4 recibirlo, Hevando dentro de su cora- zon un altar erigido al idolo de las riquezas, y lo venden como Tilak otros son esclayos de los place- . res, y lo tratan de rey de burla como los sayones del pretorio, no faltando quienes van al lugar santo, 4 contaminarlo con inmundicias y 4 profanarlo con lu- jo desenfrenado, con desenvolturas é impudicicias. jAh! ojalé no abundasen tanto los que contintan la serie de los escarnios, que le hacian los que lo de- safiaban 4 que les mostrase que era Dios, bajando de la cruz! s Jesucristo puede decie su Padre, que las ofensas con que estos pecadores lo zahieren 4 él, han caido sobre su augusta persona: + mag, entre tanto, él permanece en el estado de mansedumbre, 4 que “= quiso someterse por nuestro amor, y sufre en silen- cio las profanaciones de los malos, por tal de ser el alimento espiritual de los buenos. ;O alma cristiana! Mira 4 cual de estas dos fracciones perteneces; y si alguna vez por tu desgracia fuistes del nimero de los que han ofendido al Sejior en su propia presencia, lléra sin cesar el haber pecado contra un Dios tan santo, tan bueno, tan digno de ser amado, y empiéza- lo 4 amar con tanto ardor, que te halles pronta 4 3 Job. cap. 9. v. 13.—* Hebr. cap. 6. v. 6.—* Math. cap. 27. vy. 43.—4 Psalm. 68. v. 10.

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