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— 315 — * todo al culto del Seiior, si fuere necesario: pero per-- suddete que nunca serés generosa en desasirte del oro por amor de Jesucristo, si ante todo no le prepa- ras dentro de ti misma una morada digna, de modo ue puedas decir con David, que has amado el decoro de la casa de Dios, y el lugar dela morada de su gloria. : DESPUES DE LA COMUNION. Mansedumbre de Jesucristo en la Eucaristia. ° * Yo como cordero inocente. Jerem. cap. Ll. v. 19. PUNTO PRIMERO. La pobreza, la humildad y la mansedumbre tienen entre si una hermandad tan intima, que no puede vivir ninguna de ellas en una alma, sin estar acompa- fiada de las otras. Porque cuando el Salvador dice, que son bienaventurados los pobres de espiritu por ser de ellos el reino de los cielos, no habla precisa- mente de los hombres, que carecen de bienes tempo- rales, sing de aquellos que, si nada tienen, nada de- sean, bendiciendo 4 Dios en su pobreza, y de los que, poseyendo sustancias terrenas, ni tienen puesto en ellas su corazon, ni esperan tampoco en ellas. Todos estos son verdaderos pobres de espiritu; porque, ri- cos los primeros en medio de la pobreza, eae los segundos entre las riquezas, sirven & Dios en espiritu de humildad, sin conocer el orgullo de la carne; y asi como estén resignados siempre 4 las dis- 2 Psalm. 25. v. 8.—* Math. cap. 5. v. 3.
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