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— 3802— PUNTO SEGUNDO. Decia el santo rey David hablando con Dios, que sus caminos son en el mar y sus sendas en medio de las muchas aguas, y que no serian conocidas sus pi- sadas; 1 y asi es en verdad, pues no es dado 4 ningu- na criatura el poder investigar las obras del altisimo, teniendo aquella que humilCa y confesar su nada. Pero en nada se abisma tan pronto nuestro entendi- miento como en la consideracion de lo que se humi- 116 el Hijo de Dios al instituir la Eucaristia, y de los méritos infinitos que adquirié en aquel momento: por que en aquel instante vié uno por uno cuantos sacri- ficios se habian de celebrar en su Iglesia, y tuvo pre- sentes 4 cuantos sacerdotes lo habian de llamar 4 sus manos, determinando bajar 4 la hostia tantas veces, cuantas estos ejerciesen la potestad que les daba; y como previé uno por uno ‘ca 8 estos actos, y consin- tid en ellos por ser esta la voluntad de su Padre y la suya, adquiridé por cada uno de ellos un mérito infi- nito. {OQ piélago de humildad! ;O abismo de caridad! jO pee uaa ine de sabiduria! a la soberbia la causa por la cual habia sido ar- rojado el hombre del paraiso, y perdido la gracia de Dios, y la felicidad que poseia r eso Jesucristo éscogié la choligtahat y lare la bandera, bajo la cual habia de militar quien quisiese seguirlo; para que asi como él habia vencido al infierno con estas armas, asi tambien lo venciese todo el que se revistiese de ellas. Por eso se humillé infinitamente en la Encarnacion, nacié en humildad, vivid en hu- mildad, murié en humildad, y quiso que estos actos a Psalm. 76. y. 20,
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