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— 301 — 4 sus manos, siempre que pronunciasen las palabras de la consagracion. No es posible comprender esta humildad del Hijo de Dios; en otro tiempo se pararon el sol y la luna en medio de su carrera, obedeciendo el Seftor d la voz de un hombre; 1 mas ahora es el mismo sol de justi- cia, quien viene 4 la tierra. Y“jquién duda que 4 la hora del sacrificio 4 la voz del sacerdote se prt los cielos, se unen las cosas terrenas con las celestiales, y de lo visible é invisible se hace una misma cosa?: ” jO portento de obediencia! Viene el rey llamado por - el siervo, se apresura el Seiior 4 obedecer al esclavo, el juez al reo, Dios 4 la criatura, el santo por esen- cia al pecador. j;Podrés pensar, alma mia, en esta humildad de Jesucristo, sin que te partas de dolor, y te deshagas en lagrimas por tus desobediencias 4 la ley de amor que él te ha impuesto? ;Ah! Mira lo ue en fuerza del amor que te tiene, hace por ti el ulcisimo Jesus: para que puedas recibirlo en la Eu- ristia, no solo obedecié 4 su Padre muriendo una vez, sino que obedece cada dia 4 la voz de sus ministros, y baja 4 sus manos, renovando misticamente el sacri- ficio que hizo en el Calvario. ;Qué responderés tii 4 este mismo Jesus, cuando te pida cuenta de tu deso- bediencia 4 sus mandamientos? Humillate pues ante tu amantisimo Redentor, y pidele aquella contricion perfecta, que convierte el corazon, que la tiene, en habitacion del altisimo. » 7 Josue. cap. 10, v. 4.—4 Div. Greg. Lib. 4. Dialog. 58,— # Isai. cap. 66. v. 2.
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