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NN te ere a ee padieicamenmaieaeeuiaietae ee — 298 — cristo se da indiferentemente 4 todos, no teniendo menos en su mesa al pobre, y al desvalido, que al rico, al principe, y al sabio; y del mismo modo nos dice que nos amémos los unos 4 los otros, es decir, como él nos ha amado. 1 ;Ah! “Es tanta su miseri- “cordia, que busca mas nuestra propia utilidad, que “sus mismos honores, y prefiere la concordia entre ‘Jos hermanos 4 los dones que le hacemos, pues nos “manda que los dejemos delante del altar, si alguna “discordia nos separa de aquellos, para aceptar nues- “tra ofrenda despues de haber anudado los lazos de “Ja caridad.”’ No es posible por tanto percibir las dulzuras de la Eucaristia, miéntras nuestro corazon tenga la hiel de la amargura en el amor 4 nuestros hermanos, 6 los miremos con indiferencia. O Jesus, qué haré yé, miserable que soy, pues ni os he ama- i 4 vos por vos mismo, ni al prdéjimo por vos? Per- donadme, Sefior, y dadme vuestra gracia, para amaros en caridad perfecta, y amar 4 mis hermanos como vos me habeis amado. MAXIMA. Amar solamente 4 los que aman, es propio de pa- ganos: amar 4 todos sin distincion es propio de cris- tianos. E] Samaritano que encontré al hombre herido, no pregunté si era pobre 6 rico, amigo 6 enemigo, para curarlo. - 1 Joan. cap. 13. v. 34.—* Diy. Chrisost. iu cap. 5. Math.
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