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| | | : i HF ig i id H j +] te — 296 — podeis hacer: venid y yo os aliviaré, os ayudaré, y os salvaré. O dulcisimo Jesus, estas voces han herido mi corazon, y quisiera tener los corazones de todos los hombres, y poseer todas las voluntades de los 4n- geles, para satisfacer el deseo que tengo de amaros, 7 que jam4s pudiera, aun amdndoos mas que todas criaturas juntas, pagaros el amor infinito que me habeis tenido. Yo os amo, hermosura infinita: os ala- bo bondad soberana, y os deseo ver, dulzura de mi alma, para alabaros y bendeciros con los santos en el cielo. Asi sea. PUNTO SEGUNDO. “Habiéndo venido el Sefior 4 poner fuego en la “tierra } y hacer que las almas abrasadas en los ar- “dores del Espiritu santo se purificasen de los deseos “earnales, y encendidas en el amor espiritual llorasen “Jos males del pecado, tuvo siempre un deseo vehe- ‘“mentisimo de verla toda abrasada en estas llamas.” « Y como este incendio no podia propagarse en los corazones helados de los pecadores, hasta que no vie- sen las llagas que Jesucristo habia recibido por su amor, era tanto el anhelo que lo devoraba de ver 4 los corazones humanos caldeados en el fuego del amor divino, que no suspiraba por otra cosa mas que por padecer y morir: asi decia 4 sus discipulos leno de an- sia amorosa: es menester que yo sea bautizado zy cémo me angustio hasta que se cumpla? s Por lo tanto, no quiso esperar 4 que sus enemigos horadasen con cla- yos sus manos y sus piés, para que saliese de sus lla- 1 Luc. cap. 12. vy. 49.—* Diy. Greg. Mag. in. Exech.—® Luc. cap. 12. v. 50.
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