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toda mi alma, y os ensalzaré por los siglos de los si- glos. Amen. % PUNTO SEGUNDO. Aunque la bondad divina sobresale en todas las obras de su amor h4cia el hombre, no por esto dejan estas de ir acompaiiadas de la justicia, siendo asi que la diestra del Seiior, que con tanta abundancia derra- ma sobre la tierra las misericordias, abunda tambien en justicia. Porque las misericordias de Dios son sobre todas sus obras: 1 pero esto no impide que al mismo tiempo no tenga en su mano la balanzade la equidad, _ pues con igualdad perfecta ama el Seftor la miseri- cordia y la justicia.: Es Dios un padre Ileno de amor para con sus hijos: mas no puede dejar de ser un rey justo, el cual reparte 4 sus siervos diferentes talentos para que negocien con ellos y los aprecien, dignamente, 4 fin de merecer de este rey el aumento de sus caudales con su cooperacion, y no incurrir en su indignacion haciendo lo contrario, ni verse priva- dos de x gracias recibidas, y condenados 4 los tor- “Mentos que se grangean por su indolencia y pervica- cia los siervos malos. s En ninguna cosa resplandece tanto la bondad de Dios como en prepararnos la mesa y sentarnos 4 su lado, d4ndosenos él mismo en alimento de nuestras almas: mas siendo este el colmo de sus misericordias, es necesario que lo acompafie la vara de la rectitud que es la vara del reino de Dios. « ;Cémo! jFaltaria en la mesa del rey de los cielos aquel decoro, que es 1 Ps. 144, v. 9.—8 Ibid. 83. v. 12.— 2 Math. cap. 25. v. 28, — 4 Ps, 44. v. 7.

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