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seas a eee Giltima cena el precioso manjar, y el licor sobcrano de su cuerpo y ange les explicé la grandeza de eg- te conyite, diciéndoles: yo dispongo del reino para vo- sotros, como mi Padre dispuso de él para mi: para que comais y bebais d mi mesa en mi reino. 1 iO bondad inefable de Dios h&cia nosotros! Es la Eucaristia la anticipacion del conyite eterno, en el cual Dios embriagaraé 4 los escogidos por los siglos de los siglos, déndoles las delicias espirituales de su mesa, rica y abundante como mesa de Dios: y no quiso Jesucristo esperar 4 aquel momento, en que ha de venir, y si hallare velando 4 sus siervos, se centird, y los hard sentar en su mesa, y pasando los servird. + Porque estamos en el destierro, y ya tenemos delan- te de nosotros el pan que sacia 4 los Angeles, y el céliz que embriaga 4 los predestinados, siendo el mismo Sefior quien nos llama y convida, diciendo en alta voz: comed amigos, y bebed y embriagaos, 6 ama- dos mios. 3 ;Quién no se pasma de esta bondad de Dios? No nos llama por cierto sino para hacernos di- chosos: y pudiéndonos regir con vara de hierro como Criador, Redentor y Sefior, prefiere atraernos 4 si con alhagos; y no quiere servirse sino de palabras de amistad, diciéndonos: venid, comed mi pan, y bebed el vino * 08 he mezclado. + O Jesus mio, Dios de bon- dad, los 4ngeles os ven solamente, y no saben ala~ baros como lo mereceis. ;Con qué alabanzas expli- caran su gratitud los que comen yuestro cuerpo y beben vuestra sangre? Os alabaré por tanto, Dios mio, con toda mi mente, con todo mi corazon, con — 1 Luc. cap. 22. vs. 29. 30.—? Luc. cap. 12. vy. 57. — ? Cant. cap. 5. v. 1—*4 Prov. cap. 9. v. 5.
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