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—4— en la cual dejé Jeuueniate los sacramentos para que nutriesen al cristiano enla fe y la caridad, res- plandece entre todos el de la Eucaristia, porque es el Arbol de la vida que da la inmortalidad 4 quien come su fruta. Grande es por cierto y caudaloso el rio de dones y amoene que alegra esta santa ciudad de Dios, hallén en medio de ella el cordero ce- lestial, y pudiendo acercarse 4*él sus moradores y tomar de sus frutos, y beber 4 grandes sorbos aque- lla ciencia divina, que es para los que toman el dr- bol de la vida. : jAh! ;Quién podré contar los frutos que brotan de este Srbol-de vida? Cade mes da:uno segun nos en- sefia el Espiritu Santo, para que los hombres tengan perfecta,salud. Pero es necesario elevar nuestras almas4 la contemplacion de las verdades que Dios ha en o en su palabra divina: porque este 4r- bol divino es inmutable en su ser y perenne en el fru- to, que su amor infinito produjo una vez en el sacri- ficio que hizo de si mismo por nuestro amor: mas si no vamos cada mes, es decir, continuamente 4 en lo para fortificar nuestra debilidad y miseria si ficada en la sucesion continua del tiempo, no mos obtener la sanidad, que cada mes, cada dia, y — means nos ofrece Jesueristo en la refeccion {Qué frutos tan deliciosos nos ofrece este frbolIhde vidal Hay en él caridad, gozo, paz cia, benignidad, bondad, longanimidad, Saiscduontr, Se, modestia, contineneia, castidad: s y he aqui doce frutos que d4é de si incesantemente el cordero de repartiendo 4 cuantos se los piden con humil- 2 Prov. cap. 3. v. 18.—* Ap. cap, 22. v. 2.—® Galat. cap. 5. v. 22,
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