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wm Oia ristfa y vive con los hombres, para que el pecador se justifique, y el justo persevere, y para que con su cia huya de nosotros el adversario, que como heervayiinte estd siempre dando vueltas al rededor de nosotros mismos buscando d quien tragar. we Considera con qué solicitud y premura acudian los hombres 4 Jesus acercéndose 4 él para ver si siquiera les era licito tocar la orla de sus vestidos, y quedar libres de sus dolencias y enfermedades. : En- tretanto ti no tienes para qué desear tocar la fim- bria del manto de Jesus, pues lo abrazas, no ya mate- rialmente uniéndolo con tu seno y estrechdndolo entre tus brazos, sino haciéndote una misma cosa con él con una union celestial 6 intima, cuantas ve- ces lo recibes en la Eucaristia. Por lo mismo no solo debes verte libre de las dolencias y enfermedades del alma, sind leno de robustez y vigor, para trillar el camino de la perfeccion cristiana: y si no te en- cuentras dispuesto 4 marchar por este camino sin titubear 4 pesar de recibir con Cristo todas las gra- cias jqué otra cosa significa esto, sino que las reci- bes en vano? {Quién se detendr& 4 meditar esta verdad sin so- brecogerse de un temor grande y saludable? Jesu- cristo, qe es omnipotente, no daba la salud del cuer- po y del alma sino 4 los que tenian fe en su virtud; ni sané al paralitico, sino despues que este le mani- festé los deseos intimos que tenia de recobrar la salud, * ni mandé & Lazaro que saliese del sepulero, hasta que no levantaron la gran losa que lo cubria. + Y en verdad, siendo inmutable en sus consejos, no se * 1 Petr. cap. 5. v. 8—® Mat. cap. 14. vy. 36.—% Joan. cap. 6. v. 6. 7.—4 Joan. cap. 11. v. 39.
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