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71 te con sus bienes. El que' obra asi está en pe- cado mortal, y ningun confesor lo puede absol- ver hasta que hoya satisfecho loque debe á las almas de sus difuntos. No está al arbitrio de los hijos 6 herederos variar sus disposiciones y úl- timas voluntades, sino que se deben cumplir en los mismos términos en que ellos dejaron decla- rada esta obligacion sin añadir ni quitar. La avaricia que vendió á Jesucristo es bárbara, es cruel, 4 nada perdona. $ 17. El testamento. Un aviso muy importante debe tenerse pre- sente. No hay un momento mas terrible que el momento de morir. Las horas. que preceden son horas de turbacion. La naturaleza, como que va á disolverse y á reducirse á polvo, padece macho. El alma horrorizada con la proximidad del juicio está como fuera de sí de espanto y de susto. Harto se hace entonces con gemir, pedir á Dios misericordia, recogerse al interior para escitar la confianza que tanto se necesita.
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