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ríjalo con mucha prudencia , estudiando el ge- nio y la indole del imuchacho: si es dócil y puadonoroso basta un mirar severo, una adver- tencia: mas si es altivo, aficionado á salirse con la: suya, castiguelo, acostumbrándolo desde. muy chico á quebrarle en todo, su gusto: este es un aviso muy importante, y que por sí solo es capaz de hacer á los niños dóciles y obedientesá sus padres. Jamas los castigue con cólera ni con espereza: si está el ánimo alterado , deje pasar un rato, y despues cuando ya esté -tranquilo,.llatne á su hijo, hágale cargo desu falta, y castíguelo. Quinta. No permita á sus hijos el- divertir- se con otros muchachos en su ausencia, y cuan- do son grandes ounca les conceda que adquieran amigos para andar juntos y pasearse: de esle descuido nace la perdicion de la juventud. Sesta. - Desde que nace debe un buen padre velor sobre su hijo, ofreciéndolo al Señor en su santo templo, y procurando criarlo para Dios, y no para el mundo. Cuando llegue á cuatroó cin- co añosÓ antes, no los permita en sa cama ni en su misma habitacion. No consienta que duer- man juntos niños y niñas, y ni eun que puedan mirarse en su desnudez, poniendo al efecto una division de la monera posible entre los lechos.
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