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A8 do el negocio, conversacion trabajo ó asunto, fi- gúrese lo que es en realidad: que Dios está alli mismo mirando atentamente, viendo sus pensa mientos todos, y oyevdo cada una de sus pala— bras, para premiar en la hora de su muerte has- ta el ¡mas pequeñó movimiento que haga bien hecho por su amor santo. Esta representacion es tan poderosa para ha- cernos permanecer eu la virtud, que el que la tenga es muy dificil que peque y ofenda al Se- ñor gravemente: trae tombien la ventaja de que se adquiere insensiblemente y sin trabajo un te- soro infinito de merecimientos, pues para él no hay ni palabra mi accion que no le sea meri- toria por indiferente que parezca: con esto se hailará riquisimo cuando despues de la muerte a- bra sus ojos, y se halle delante de Dios en su tribunal severo. Usense las jaculatorias ó espresiones “afectuosas pronunciadas no por los labios, porque esto no pue- de ser cuando se está enmedio del laberinto de las criaturas sino por el corazon. Digase con fre- cuencia 4 sí mismo: «Alma mia, ¿por qué Le tur- bas? ¿por qué te inquietas? ¿no sabes que Dios está contigo, te ama, te quiere como la. niña de sus ojos? Ten-ánimo... no te acobardes... sufre