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Jesus, debe tambien su conversion y su santidad heroica á la “leccion de un libro devoto que la Divina Providencia puso en sus manos hallándose prisionero en la fortaleza de Pamplona. lonu- merables son los ejeroplares de conversiones ra- ras y, prodigiosas que ban resultado. de la lec- cion de los libros santos: estos son los que des- tierran las tinieblas del alma, y la instruyen en la ciencia de la salud eterna. «La esplicacion de tus palabras , ó Señor, esclama el real Profeta David, ilumina y dá inteligencia á los peque- ñuelos.» (1) Por eso el apóstol san Pablo (2) encarga á su discípulo Timoteo que atienda á 12 leccion de libros sagrados. Un libro bueno es me- jor- que el mas útil y santo amigo, porque lo que este á veces no se atreve á ¿decirnos, nos lo dice aquel, y ya unas veces reprende nuestras culpas, y otras nos estimula á la practica de las virtudes. Sería de desear que al modo que cada dia a- limentamos nuestro cuerpo con la comida y la bebida, así no se pasase dia alguno en que n0 diésemos á nuestra alma el saludable alimento de la leccion santa. La carne, dice san Agustin (1) Psalm.-118. (2) 1:Thim.414.
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