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29 su trato, las amigas antiguas, todo , todo lo que es mundano lo detesta y aborrece: abraza la mo- destia y la soledad y el recogimiento son sus deli- cias, le que no obra asi no esta enteramente convertidad. Hay concurrencias y compañias de tal natura- jeza, que por sí mismas inducen al pecado. Una triste esperiencia ha enseñado á cada cual quie- nes son estos compañeros de la iniquidad y de los desórdenes criminales en que ha vivido. «Re- gla general. El que ha ofendido al Señor por a- compañarse con otros, debe por precision resol- verse á no tener mas trato con ellos.» Estos son aquellos domésticos de quienes dice Jesucristo, yue deben mirarse como los verdaderos enemi- gos del hombre. Para esto es menester mucha firmeza de ánimo, porque regularmente se verá zaherido, murmurado, burlado, y si no se sostie— ne con curácter, todo el edificio espiritual viene abajo, y vuelve otra vez á sus antiguos pecados con mas fuerza. Tenga gran cuidado el que se convierte á Dios de no tomar nuevos amigos despues de haberse separado de los que lo acompañaron á la culpa, á no ser que sean. de sentimientos muy Cristia= nos. Estése solo con su familia, que harto tie-
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