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5 falsa; sus lágrimas arrojadas por el estruendo de las santas misiones; son semejantes á las nubes tem- pestuosas del estío: enmudece el «trueno; se aca- ban los 'relámpagos, cesan los gramizos y la Jlu- vía y á pocos momento vuelve la tierra á sus ar- dores y sequedad. Hay caminos que al hom- bre le parecen derechos, y no obstante lo con- ducen á la muerte. Estos son los planes de nueva vida sin el conocimionto de la religion, Gonóz- case, pues, la grandeza de ese Dios á quien he- mos ultrajado: fórmese una idea jústa de su po- der, de sa gloria, de su magestad, segunse divi- sa en el cuadro magpifico de la Doctrina Cristia- pa: sépase por ella que beneficio nos ha hecho es- te Dios, cómo nos ha querído, hasta donde han llegado los estremos de su paternal amor con no- sotros, y sentiremos en nuestro interior una dul- ce fuerza que nos lleva hácia él; lo amaremos, le daremos gracias, yá la luz de su bondad descubri- remos la grave enormidad de nuestros estravios, y gemiremos al pie de su trono. Ademas, la antor- cha luminosa de la religiou penetra hasta lomas «¿culto de nuestros corazones, y nos da el cono- cimiento de nuestra vileza para humillarnos. Por elevada que sea nuestra suerte. no nos dejare- mos seducir, y lejos de engreirnos miraremosá to-
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