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168 - tas Ofensas como he cometido contra Vos. Perdo- nadme: yo me arrepiento con «toda mi alma, y quisiera morir aqui mismo de dolor. Mas no obstante tantas culpas me mandais; Señor, que yo os ame. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazon. (1). ¡Ah Señor mio! Quién soy yo para que tanto deseeis mi amor? Hé aqui que ya voy á daros gusto, voy á amaros. Vos habeis muerto por mí, me habeis dado en comida vuestra carne; pues yo tambien deseo dar de mano á todas las cosas del mundo; todas las abaudono, solo con Vos me abrazo, amado Salvador mio. ¿Quién me separará ya del amor de mi Jesus? Y por último, qué he de amar, si no amo á Vos Bondad infinita, digno de un infinito amor? ¿Qué cosa puedo yo apetecer del Cielo, ni qué desear sobre la tierra fuera de Vos, 6 Dios mio de mi corazon, que sois la he- rencia mia por toda la eternidad (2)? Si, dulce vida de mi esperanza, ¿en dónde podré yo en- contrar, ni en los Cielos ni en la tierra bien mayor que á Vos? ¿En dónde quien me ame mas que Vos? ¡Ay Jesus mio, poseed desde este dia mi corazon, poseedlo lodo, poseedlo siempre: Yo (1) Deuter. 6, 5. (2) psalm. 72, 25,26.
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