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164 Alma Mi corazon se deshace como la cera, porque oye la voz desu Amado. Jesus mio, ve- nid pronto, pero antes que entreis aquí, qui- tad la vida á todas mis pasiones desordenadas. Muérome de pena de solo pensar que puedo otra vez ofenderos y dejaros. Jesucristo. Si quieres amarme, yo te doy pa- la bra de no salirme de junto á tí, á no ser que tú misma me arrojes á fuera, y me eches de ahí, ¡Hija mia de mi vida! si tu me buscases -á mí con tanto empeño como yo á tí, ¡ó que di= chosa serias! Ea, vamos, uo tardes mas, que el amor es impaciente. Ven á mis brazos, hija querida mia, ven que te estoy esperando; ya he dado mis órdenes á los ángeles ministros pa- ra que abran el paso y te dejen entrar aqui. Dichas estas jaculatorios, cuando sienta ya el amor de Dios, recogido todo el interior, sia mi- rar á criatura alguna de la tierra, lléguese con= grito lleno de confianza al comulgalorio, y cuan- duel sacerdote le ponga el Santísimo Sacramen= to en la boca, figúrese qué tiene sus lábios apli- cados á Ja llaga del costado, pase la forma al momento á su interior, y todo metido en sí, conti- núe el

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