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118 lo acaba, todo lo concluye, ha de llegar sin re- medio.... no sé cuando... . quizá será cuando esté mas descuidado. ¡O Dios mio! no permi- tais que la hor1 de la muerte sea para mí una sorpresa, encontrándome desprevenido , porque entonces..... ¡Áy] que será de mí habiendo yi- vido sumergido en vicios y pecados, desprecian- do auxilios y avisos misericordiosos! Mírate 4 41 mismo como algun dia te has de ver tendido en un lecho, desahuciado de los médicos, con la frente empapada en un sudor frio, las me- jíllas hundidas y pálidas, el pecho levantado, la respiracion enronquecida y apresurada, y con un pulso tan descompuesto que anuncia tu próxi- ma é inevitable muerte. Mírate á tí mismo con un sacerdote á la cabecera, que te eslá auxi- liendo, lleno de horror y de miedo con la memo- ria de los pecados cometidos, y la proximidad del juicio. Ya no hay amigos que te valgan; ni riquezas que te aprovechen.... . todo se va á acabar pora tí..... misate...... ya estás dando las boqueadas..... ya tocon la agonía... ¡O Dios, que será de tf! Afectos. ¿Es posible que he de venir á pa- rar en esto? ¿qué he de pasar por un lanre ton funesto ? ¡Ay Jesus! ¡Ay vide de mi alma,

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