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YA — guntaba, si entre todos podria encontrarse alguno, que se encargase de ser su me- dianero; de aplacar su indignacion, y de conseguir que hiciese paces con ellos: pero en valde, porque siendo todos concebidos, y nacidos en pecado, eran por consiguiente esclavos de la culpa, 6 hijos de ira, de pena, y de venganza. Á esle tiempo el pia- dosísimo Rey de las alturas inclinó los cielos, y descendió en persona para salvar- los. Vino el deseado de las gentes, el Prín- cipe de la paz, y padre del. siglo venide- ro, y vino como médico á darnos la espi- ritual salud que habiamos perdido como pastor para buscar la perdida obejuela del pecador mas protervo; y Como camino, ver- dad, y vida para: darla á todos con abun- dancia. Por estos fines. eligió la cruz que llevó sobre sus hombros en señal de que tomaba sobre sí nuestros pecados. Ella fué la medicina que aplicó á nuestros males, significada en el madero que endulzó las amargas eguas de Mará: ella el cayado con
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