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Ho ré de confesar que sois mi Dios, cuando conozco que de mi ni de mis cosas para nada necesitas? ¡Oh alma mia! alaba y bendice incesantemente á tu Señor, porque en medio de tus iniquidades no ha dejado de favorecerte, porque te ha sanado de to- das tus enfermedades, y porque ha redi- mido tu vida de la muerte y coronódote con sus misericordias, Meditese esto un rato, y digase luego la ora- cion Admirable Jesus mio, fóllo 20, y con- cluida se leerá la siguiente ORACION PARA ESTE DIA. Fortísimo é inmortal rey de los, siglos, Jesus mio amabilisimo, á cuyo poder, amor y fortaleza debemos los mortales nuestra sa- lud y remedio, porque abrazándoos guslo- sos con esa pesada cruz, y despues mn- riendo en ella, fuísteis hecho por vuestro elerno Padre nuestra justicia, santificacion, y redencion; inclinad piadoso los oidos de vuestra clemencia á los clamores de nues-

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