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E remos que cuando yenga á juzgarnos nos levante al honor y soberanía de su diestra. Que ¿el honor transitorio podrá tanto con- migo, que por no perdonar“ una injuria me condene á un eterno deshonor? ¿He de ser tan necio que piense y obre de esta suerte? ¡Ay de mí si tal ejecutare! FRUTO. Mi Señor Jesucristo me manda que sea manso de corazon como su Magestad lo fué, y me promete si lo soy, que poseeré en paz la tierra, “asi de “ni propio corazon, como de su eterna bienaventuranza. No puedo es- cusarme á obedecerle, quiero gozar el bien que me promete, y asi elijo desde Tuego la eruz que se dignare enviarme, aunque sea la de las persecuciones; y cuando esta fue- re, mirare ál que persiga con los blandos ojos que David 4 Semei, y que mi Dios, y Redentor al que mas le improperaba. Yo seré en adelante como el hombre "que no oye, y comio el que no tiene palabras en
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