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q acia mendo y amargo dia, como un efecto de la mansedumbre con que la llevó un me- dio de dos malhechores, de los cuales era réprobo el uno, y el otro predestinado. PUNTO UH. Considera la suma mansedumbre de nues- tro Señor Jesucristo en este lastimoso paso de llevar su cruz. Mira el modo con que manifiesta la dulzura en sus palabras, man- tiene la: afabilidad en su semblante, y conserva en su corazon la paz con los mis- mos que la aborrecian, y á él le miraban con horror. Atiende cómo responde con pa- labras de verdadero amor al perverso dis- cípulo que con ósculo de fingida amistad le entregó á sus enemigos: como favorece con milagros al que va á encadenarlo en el huerto; y como hace oracion por los mis- mos que pidieron su muerle, y le llevaban á crucificar. Repara de la suerte que pade- ce el tormento de la éruz sin aterrar eon amenazas á los que con su peso le oprimian: esinjuriado con maldiciones y calumnias sin