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—62— Magestad humillado con las ignominias de cruz, siendo inocente y santo, nos humille- mos nosotros hasta el polvo, puesto que nos abruma el peso de los pecados. Demos á es- ta verdad el valor que se merece: confese- mos con humildad nuestras culpas; y cuan- do por ellas fuéremos afligidos humillémo- nos bajo la poderosa mano del Señor, para que nos. exalte á los gozos de su gloria en el. tiempo en que venga con la muerte á visitarnos. Temamos el poder de Lucifer y los lazus de. sus tentaciones; pero. amemos la cruz, y busquemos humildes su refugio, si queremos no prevalezca tan formidable ene- migo. contra nosotros. AFECTOS. ¡Oh Dios mio! ¿quién no admira vuestra sabiduría en vestiros de nuestra frágil car- ne, para vencer con ella al que se gloria- ba habernos por ella vencido? Ya no teme- ré mas, adorable Jesus mio, al rugiente infernal leon, que me busca para devorarme,