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q. A ra escede al suyo? ¿No seré yo peor que él en algun modo, si despues de haberse abra- zado Jesucristo con la cruz por mi amor, no por él suyo, me arrojo ingrato á cometer una culpa? ¿Y si despues de haber pecado todavia no me humillo eon la penitencia y el dolor, qué parte espero tener en los mé- ritos de mi Redentor, 6 en los frutos de su humildad y de su cruz? Esta y aquella fueron precisas en' nuestro: Señor Jesucris: to pará vencer al infierno, y enseñarnos á vencerlo; seremós tan neciós que pensenios encontrar otras armas mas á propósito” pa- ra este efecto? ¡Qué locura! estemos persuaz didos que en virtud de esta sagrada señal, y no de olra triunfaremos de nuestros es- pirituales enemigos, mucho mejor que de los suyos el grande Constantino en sus batallas, porque á nosotros: nos asegura la fé, lo que á él le hizo Dios presente en la campaña que con esta señal venceremos. FRUTO. Justo es que “4 “ejemplo del Dios de la
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