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Ii diencia! No, no me es posible de otra suerte. Yo me cansaré en valde si pretendo des- preciar- al. mundo, no hacerme esclavo de sus respetos humanos, y rebatir sus per- niciosas máximas, buscando la libertad, pre- tendiendo la independencia, y repugnando mi subordinacion á toda superioridad y á toda ley. Necesariamente otro ha de ceñir mi libertad, gobernar mis pasos y ordenar mis acciones, si he de alcanzar el trofeo que obtuvo de tan poderoso enemigo mi ama- bilísimo Salvador. FRUTO. En qué pues me. detengo? Si pretendo agradar 4 los hombres, si quiero compla- cer al, siglo, si pienso en conformarme con él, ¡mo puedo agradar ni,servir 4. Jesucris to. Yo: quiero, debo, y resuelvo aborrecer al mundo, y cuanto él ama, practica y acon- seja; porque de lo contrario perderé la gracia de mi Dios: yo me abrazo gustoso con la