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—13— mares, con las demás criaturas sensibles é insensibles, sino que al oir su santo nom- bre de Jesus, el cielo, la tierra y el in- fierno se conmueven para venerarlo, y pa- ra protestar su gran poder «con las demos: traciones mas espresivas ya del amor en los unos, ya del respeto y del terror en los demás. El mundo, que por el- testimo- nio que el Señor daba de la malignidad de sus obras le aborrecia y despreciaba, ya se le rinde y obodece; ya lo confiesa por verdadero hijo de Dios, y ya se va todo en seguimiento suyo, atraido del suave olor de sus virtudes, y vencido del poder irresistible de aquella cruz. Ya este instru- mento- del mas glorioso trofeo, que antes se miraba con - horror, porque lo era de la confusion, de la ignominia, y de la ma- yor deshonra, es respetado y. adorado de todos: ya se honran los«potentados con po- ner- la cruz á sus pechos: los príncipes la colocan sobre su cabeza; y los emperado- res y reyes de la tierra se tienen por di-

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