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se sus delicias con aquellos mismos que le habian sido abominables. Ved aquí lo que nos figuraba Isaac en el acto misterioso de conducir al hombro la leña destinada para su intentado sacrificio: ved el celo del:ama- bilísimo Jesus, con que abrazando la cruz dió muerte al pecado, vida de gracia á los hombres, y sumo honor á su Padre; y ved el modo con que logró aplacarle mejor que Phinees en el hecho de quitar la vida á ciertos pecadores, y fué mas útil al linage humano, que el celoso Matathías al antiguo pueblo del Señor. ¡Qué poder tan singular! PUNTO 11. Considera este celo perfectísimo de nues- tro Señor Jesucristo en abrazarse con aquel santo madero para restituir á su Eterno.Pa- dre la honra que con la culpa le habia- mos usurpado, y para merecernós la mise- ricordia que teníamos desmerecida. Él era un fuego que abrasaba y comia sus en- trañas, y que le obligó á grabarse con el improperio de la Cruz, y en ella con los

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