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—118— alma de su Dios, quitando de él la volu tad con que debe amarlo sobre todo, y po- niéndola en la criatura por quien le ofen- de: es un fatal abuso que hace quien l: comete de las gracias, favores y beneficios con que él lo ha favorecido; y es un for- mal desprecio de su grandeza, soberanía y magestad; porque inicuamente lo pospo- ne á una cosa eriada, cuando solo.el pen- samiento de igualarlo con ella es una sa- crilega y atrocísima injuria. El pecado es en su malicia una aniquilacion de Dios, porque este, si fuese capaz de ser aniqui- lado, lo quedaria sin duda por la: culpa: es leyantar el hombre atrevidamente su pié para conculcar 4 su mismo criador; y es armarse un vil gusano de la tierra para ha- cer guerra y perseguir á aquel mismo de quien ha recibido el ser la vida y su con- servacion. El. pecado, en una palabra, es el mayor mal que puede escogitarse contra la infinita Magestad, si alguno fuese capaz de damnificarle. .Se pasman los cielos, se

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