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—114— REFLEXION. Si bien lo reflexionamos, ninguna cosa puede, estimularnos tanto ú formar de los trabajos, y de las mortificaciones el alto aprecio que se merecen, como el ver al Hijo de Dios que habiéadosele propuesto el gozo con que pudo redimirnos, eligió la cruz, y la prelirió para este electo en su cora- zon. Ya no puede sernos dura la -tribu- lacion, en vista de queel eterno humana- lo Verbo la busca para padecerla, y lo pro- ne á sus amigos, como signo de su.amor, y prueba de su correspondencia. No, no es posible que por otro medio le agrademos, ni que de otra suerte merezcamos sus es- peciales favores, ni consigamos sus premios. FRUTO. Sea esle el que nos aconseja $. Pablo de salir del recinto y bullicio de nuestras pusiones, llevando con nosotros el imprope- rio'santo de la cruz de Cristo, que es lo que quiso enseñarnos en e etho de levar la suya, y morir fuera.de las puertas de

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