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—110— los justos en la ocasion de tomar sobre sus hombros aquella pesadísima cruz? Como co- sa no vista, y*al parecer increible: pre- guntaban al apóstol: ¿Quién hay que mue- ra por el justo? ¿se dará acaso alguno, que por el bueno y justificado se atreva á perder la vida? ¡Oh caridad incomprehensible de Jesucristo con los suyos! El morir por ellos le fué fan dulces, y con tales veras lo desea- ba, que no dudó llamar dia de Pascua al que lo fué de su pasion y de su muerte, Cuando se abrazó con la cruz, la miró co- mo una señal que les daba, y habia de servirles para “que huyesen y escusasen que diesen en ellos las encendidas saetas que dispara el Señor del arco de su indigna- cion: la miró como un sello que grabado en sus almas los distinguiría de los pecado- res enemigos declarados de ella, y la miró como. un ejemplar que en el alto monte de su pasion 4 todos les proponia, para que segun él obrasen, y ordenasen la conducta de su vida; en prendas de lo cual dispu-

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