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ici que se ofrece, no le pareció dura por sal- varlos. Ves, oh alma, esta misericordia del clementísimo Jesus con los pecadores? pues repara en lo que ellos hacian para mere- cerla. Luego que nació lo buscaron para quitarle la vida: en todo el discurso de ella no dejaron de perseguirlo: y á sus favores y beneficios respondieron siempre “con los mayores agravios. Sus doctrinas las censu- raban de blasfemias: sus milagros por obras de Lucifer: y sus virtudes por gravísimos pecados. Á su amor, correspondian con el ódio: á su humildad con los desprecios: y á su benignidad con las piedras y los es- carnios. ¡Qué ceguedad! A este tropel de ingratitudes, y á tanto cúmulo de deméritos opuso siempre el Se- hor el fuego santo de su amor, al que ja- más pudieron estinguir las muchas aguas del ódio de los unos, de la envidia de los otros, ni de la "malignidad de todos. Tanto es el gran poder de su misericordia. Lle- gó esta al sumo grado de incomprehensible 7 E ci a A in oar e need ai ini DAD Pa
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