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desafiando tan orgullosamente, « ¿quién es ese filisteo incircunciso, preguntó, para que insulte impunemen- te á los escuadrones del Dios vivo ? » Y sin más ar- mas que su cayado, una honda y cinco piedras, más la confianza en el Señor, se presentó delante de Go- liat. Al ver el gigante á aquel mozalbete rubio, le dijo entre burlón y enojado : « ¿Soy yo por ventura AGE A OO eS A pt na ARA mo ds | ll 4 Y ( 4 Y * . Ñ Ñ E Ñ > . Ñ David vence á Goliat. P un perro para que vengas á mí con palos ? » « Vengo, respondió David, en nombre de Dios, cuyas legiones has insultado ; » y en acabando de decirlo, puso una piedra en la honda, la volteó con rapidez y enderezó al soberbio filisteo tan certera pedrada en la frente, que le hizo caer desplomado en tierra ; lanzóse ense- guida sobre él, y con la misma espada del gigante le cortó la cabeza. Viendo los filisteos muerto al más esforzado de sus soldados, huyeron despavoridos, abandonando el campo en poder de Saúl. 66. Envidia de Saúl. Hasta las mujeres de Israel celebraban la vic-
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