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cia, diciendo : « Héme aquí, pues me has llamado, Hijo mío, respondió Helí, yo no te he llamado ; y á dormir en paz.» Segunda y tercera vez volvierg á llamarle, y otras tantas se presentó Samuel al Sy mo Sacerdote, quien, sospechando algún aviso d Dios, encargó al niño que, si tornaban á llamarle, res pondiese : « Hablad, Señor, que vuestro siervo escu cha. » Al día siguiente oyó Helí de boca de Samus Muerte de Heli. los terribles castigos que Dios le preparaba, y excla mó humilde y resignado : «Dios es el Señor, cúm: plase su voluntad. » En efecto, habiendo entrado los filisteos en tie: rra de Israel y trabado batalla con los soldados dt Helí, fueron éstos tan vergonzosamente derrotados que hasta el Arca de la Alianza cayó en poder del enemigo, y más de treinta mil israelitas, entre ellos Ofni y Finees, quedaron tendidos en el campo. Mien: tras escuchaba Helí el relato de suceso tan desastro:

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